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jueves, 1 de octubre de 2015

El padre del Big Bang, Georges Lemaître, fue también sacerdote además de un formidable matemático

Hoy nos parece normal la hipótesis de que el universo comenzó siendo muy pequeño con altísimo nivel de energía que se expandió y todavía sigue expandiéndose.




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Puede que hay habido otros Big Bang antes o en paralelo a nuestro Big Bang.
Pero para llegar a esta hipótesis mas que probada ha corrido mucho agua  y muchas discusiones y experimentos a veces fortuitos y a veces intencionados que probaron la validez del Big Bang.
Antes del Big Bang (13.8 mil millones de años) había una simetría perfecta que no se manifestaba físicamente. 

Esa simetría se rompió y apareció concentrada una gran energía que al expandirse formó los fermiones, muones, la particula de Higgs que da masa a las otras, y después se formarosn los electrones, neutrones, protones, neutrinos y de mas particulas. 

Al continuar la expansion y enfriarse el universo se fueron formando los primeros atomos de Hidrógeno agrupados por la gravedad en grandes nubes que se colapsaban y formaban agujeros negros que crearon galaxias y estrellas. 

Las estrellas crearon átomos mas complejos de Helio, oxigeno, nitrogeno, carbono, hierro, silicio, etc.
Al morir las estrellas explotan y forman nubes de los átomos citados que por la fuerza de la gravedad se unen y forman planetas (la tierra hace 4 mil millones de años) que giran alrededor de la estrella mas cercana (Sol) que a su vez gira en su galaxia, que a su vez gira en torno a agujero negro que tienen en el centro.
Pero veamos un poco de la historia del siglo XX.

Sabido es que ciencia y religión nunca han mezclado demasiado bien. Hubo un tiempo, ya lejano, en el que conciliar ambos términos era no sólo recomendable, sino casi obligatorio. Y, si no, que le pregunten a las cenizas de Giordano Bruno o a su compatriota Galileo, conminado muy a su pesar a recolocar la Tierra en el centro del Universo cuando ésta ya había encontrado su lugar. Si los católicos lo pasaban mal, mejor no les iba a los protestantes y así, Kepler, coetáneo de los anteriores, a punto estuvo de ver a su madre arder en la hoguera igual que al fantasioso de Bruno por su supuesta brujería.

Sin embargo, no siempre los prejuicios circulan en el mismo sentido. Incluso en tiempos más recientes.
Tal vez un ejemplo de ello sea el físico y matemático belga Georges Lemaître. que estamos hablando del hombre que se atrevió a corregir –educadamente, eso sí– al mismísimo Albert Einstein, prediciendo la expansión del Universo. Lo que hoy todos conocemos como el Big Bang.

Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) en 1894. Apasionado por las ciencias y la ingeniería, tuvo que interrumpir sus estudios con veinte años para defender a su país, inmerso en la Primera Guerra Mundial, siendo incluso condecorado como oficial de artillería, después decidió tomar los hábitos y ordenarse sacerdote.

Partiendo de los postulados de Einstein –un cosmos estático de masa constante– llega a un resultado totalmente diferente: el radio del universo tenía que crecer de forma continua para ser estable.
Al enterarse, el genio alemán rechaza la idea con virulencia: "Sus cálculos son correctos, pero el modelo físico es atroz".

En 1931 su trabajo alcanza las páginas de Nature, y en él se detalla su teoría completa del ‘átomo primigenio’ o ‘huevo cósmico’, derivándose de entre sus líneas lo que luego daría en llamarse exclusivamente Ley de… Hubble.
Einstein, agnóstico, recelaba del cura belga, puesto que su modelo cosmológico lógicamente arrastraba a un origen ¿divino? en el espacio-tiempo, y eso no le gustaba ni a él ni a muchos astrofísicos. En Bruselas ante un erudito auditorio, dijo "Ésta [por Lemaître es la más hermosa explicación de la Creación que nunca haya escuchado.

Como es natural, la fama de Lemaître no tardó en llegar al Vaticano. En la BBC, se bautizaría con bastante mala intención la teoría de Lemaître como Big Bang en 1949–, el modelo de universo en permanente expansión era imparable.
Georges Lemaître ocuparía durante su vida distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del papa Pío XII.

Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe

Georges Lemaître falleció en 1966, sólo dos años después del hallazgo irrefutable de la radiación del fondo de microondas, el eco proveniente del origen del Universo, de su Big Bang. Quizá su nombre pintado en la chapa de un carguero espacial no haga justicia suficiente a una mente —creyente o no— divina.
Enrique Joven Álvarez
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